Massnahmen
¨Christina: Do you have a lot of friends?
Eric: Not really...
Christina: Do you ever wish you did?
Eric: Yeah.
Christina: When?
Eric: Well... like... now, for instance.
Christina: Why?
Eric: Well... I just met you. And I feel like telling somebody about it.
Eric: Not really...
Christina: Do you ever wish you did?
Eric: Yeah.
Christina: When?
Eric: Well... like... now, for instance.
Christina: Why?
Eric: Well... I just met you. And I feel like telling somebody about it.
***
Las yemas de mis dedos corazones calman mis sienes con esperpéntico predestinado fracaso. La imagen de Claudio Monteverdi aún rezuma en mi memoria de corto plazo, violada por un sueño migraniano que me sume en un amanecer cautivo. Cautivo de lo que los insomnes en ocasiones anhelan : la híbrida sensación de no sentirse dormido, la híbrida contraparte de no estar despierto.
Las yemas de mis dedos corazones están desgastadas de aterciopelar con desidia lo que saben que en esos momentos no pueden sanar. Por ello son más proclives a masturbar la tecla del “on” en el que el Vespro della Beata Vergine se dibuja en elipses invisibles en la sala.
Hace una semana, en un avión, una educadísima pareja de veinteañeros se sentaba en los asientos de la fila justamente anterior : les escuché musitar, levemente, un concierto de pajas barrocas mentales propias de la pseudo-trascendencia de su edad. Será muy difícil que algún día conozcan la tormenta alegórica de Francis Brown; ó las ensoñaciones bajo el agua de un Monteverdi acostumbrado a mesar su cabello con la mano izquierda.
Y una semana después me siento, sin embargo, cercano a ese par de anónimas jóvenes personas que desaparecieron tras aquel portón de cristal del aeropuerto en la ciudad en que resido; de su trascendente asfixia neuronal encaminada a llegar solemne pero acorde y tardíamente a comprender la caquexia de alma de un desconocido para ellos, llamado Francis Brown.
Travelling del Alma.
Zoom del Dolor.
Desidia de la Tontería.
Pontificación de las cosas superfluas.
Y un sabor amargo, amargo, amargo.
Que no se puede intuir ni leer en Braille.
***
Las yemas de mis dedos corazones,
aturdidas, dignas, pero resignadas,
anhelan las gasas de Vestidos de Hadas,
cuando les sale de los
cuando les sale de los
cuando les sale de los. ¨
aturdidas, dignas, pero resignadas,
anhelan las gasas de Vestidos de Hadas,
cuando les sale de los
cuando les sale de los
cuando les sale de los. ¨
***
Art_Alegoría © Ciudad Interior
7 Comments:
Las yemas de tus dedos..
Dedos. Un instante. Sólo vive.
En mi alcoba hablé hace poco de esa película y también seleccioné, en mi caso, dos, dos fragmentos. Uno de ellos era un monólogo y el otro un diálogo entre esos mismos personajes: el diálogo que culmina con la frase de él "pues... siento que te deseo. ¿Eso significa que te escaparás?".
O algo así.
Mala elección cinematográfica para una migraña, me parece.
Es una gran película, en la que las cosas no son lo que parecen. Como en la vida misma.
No hilo el fotograma, en el texto.
Las bobas a veces deberiamos callar.
Las yemas de mis dedos corazones,
aturdidas, dignas, pero resignadas,
anhelan las gasas de Vestidos de Hadas...
Simplemente perfecto
Vaya...es la primera vez que te leo anhelando...debe ser un dolor de cabeza horrible.
En fin...
Olimpia.
Siente mi aliento enviandote un dulce beso, tan vaporoso como gasa de Vestidos de Hadas acaricia tu rostro, descansa mi Art,descansa...
E.
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