Tangencial

“Sintió las yemas de sus dedos sobre el tirante izquierdo y supo que se iniciaba un tránsito de no retorno. Cuando a continuación sintió cómo Él con su otra mano cogía rudamente su cabello y le tiraba contundentemente hacia abajo, experimentó una descarga que le erizó toda su piel y que la doblegó por la efímera contradicción del instante : Ella, la aspirante a leer inminentemente una tesis doctoral sobre conductismo mediático, se sentía la Oveja Celtíbera domesticada por el Perito Provinciano. En dos segundos pudo concretar en fotogramas toda la secuencia : sólo hicieron falta dos, dos segundos en el Purgatorio de lo Inconcebible durante los que pudo condensar la esencia de sentirse una Puta Sucia Viva que luchaba contra el status quo –inercial durante años- de Brillante Doctoranda vitalmente Muerta. Ciento veinticinco. Casi 125 libros leídos de conocimientos aplicados en una tesis –la puta y santificada tesis- para ahora no comprender por qué ese cabrón la hacía agonizar al tiempo que, lenta, irreversiblemente, despertaba el Tigris y el Eufrates de sus ingles. Sintió como el roce de los labios del hombre ronroneaban en la base de la nuca y pudo experimentar en ese momento una ansiedad y una urgencia de deseo que incitó aún más al hombre a destrozarle el tirante del top de Mango y a poner a prueba el acondicionador de L´Oreal. Contracciones en el sótano, contradicciones en la azotea, convulsiones en el Trastero de un cuerpo en efervescente madurez. Pléyade. Por ser una Puta Sucia, con cabello limpio, cabello que Él destroza, que Él destruye, que Él desgasta. Peaje de un Tsunami ácido y dulce, peaje de una sensación en espiral en el vientre, de una inyección en vena en la siempre correctísima dama, la dama que arquea las piernas justo en el momento en que percibe la tibia temperatura de la saliva que Él le impone en el interior de su lóbulo : en el que dibuja, en el que insiste, en el que se recrea, en el que se zambulle, en el que le susurra, en el que la confunde mediante alguna palabra despectiva para despertar de un letargo de microdardos de placer que tienen su contrapunto cuando siente un dolor punzante, nítido, también híbridamente placentero en el centro de una carnal diana de su pezón estrujado, estrangulado, en círculos, en la maraña de geometrías que constatan la sensación ingrávida de una.., y otra.., y otra, y otra gota del Rocío de Hembra..., gotas apenas imperceptibles, pero calando, sintiendo, extendiéndose, fluyendo, ahí, abajo, un vértigo simultáneo cuando Él musita un algo en el oído que ella no comprende, el cerebro en ‘off’ , el tacto obvio del miembro del hombre sobre su propio culo. Un culo mutante. Un culo hoy, ahora, aquí, menos respingón ya –quizá- y menos escrupuloso que en vivencias de antaño. Quién es la Gata. Dónde está el Tejado. Y si es de Zinc. Cabrón, no me responderás. Cabrón, que ejerces el rol de aquello que ha pasado de escapárseme de las manos para escurrirse entre mis piernas. Mis piernas de DIR, mis piernas imperfectas, mis muslos que muestran las estrías de quien dejó los veintipocos atrás. Y ese calor difuso, ese enjambre en el vientre, ese vacío extraño. El tobogán de saberse cultivada y de sin embargo renunciar al reino de la prudencia por las pulsiones que emanan de sus bragas : que seguro que a Él no le gustan, porque ni me gustan a mí, por qué me pasa esto, en qué libro está el Silogismo de Bragas Horribles en el momento menos adecuado, por qué cuando no me siento atractiva por dentro suele coincidir cuando el Sexo hace acto de aparición en mi vida y se exhibe en la Pasarela, por qué este cabrón no ejercita la Dura Oposición, por qué me destroza el cabello, hi-jo-de-la-gran-pu-ta-ya-me-du-e-len-has-ta-las-si-e-nes, por qué no finaliza este asalto, por qué yo misma moldeo con mis movimientos en zig-zag, y desde detrás, la anatomía de su cabrona daga y amenaza en taladrarme hasta la Conciencia de mi Primera Comunión. Me arranca el cabello, me arranca la gnosis, me arranca la coherencia; con el roce de su verga, con la brusquedad de sus movimientos y con la pericia de un violinista, con sus vocablos ininteligibles, con su aroma de sudor híbrido y con el marfil de sus dientes que sellan en mi carne la Auditoría del Deseo.”

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Art_Alegoría

Julio, 2006