sábado, abril 09, 2005

Securitate

Conocí a T. en un viaje de verano, y ella iba acompañada de otra amiga, C., residentes ambas en la misma ciudad en la que vivo.

C. era mucho más resuelta : una chica sin complejos que sabía -y sabe- que las rachas de la vida son asimétricas. T., por el contrario, proyectaba una imagen de joven mujer entrada en los treinta con cierta desidia y apatía vital.

Llegó el otoño.
Y pactando entre los tres un café para poder conversar, me hicieron partícipe de la buena nueva : T. había conocido a un chico rumano, con el que había iniciado una relación. Recuerdo perfectamente su tendencia a la sonrisa durante toda aquella tarde.

A los pocos meses, y a través de C., supe que el chico rumano se había instalado en el piso de T. situado en una ciudad dormitorio.

Pasaron unos meses más.
Y C., en una llamada de viernes -lo recuerdo- me puso un poco más al corriente de las novedades asociadas. El chico rumano no tenía papeles. Lo cual no fue inconveniente para que instalara a su propio hermano, procedente de Bucarest, en el piso de T. Un trío inmobiliario. Una con papeles, incluyendo los de la hipoteca, y dos realquilados al margen de la legalidad.

Pasaron otros meses : y los dos hermanos, en un anecdótico viaje de "conocimiento" por parte de sus padres, aprovecharon para que en una súbita dolencia estomacal, el padre debiera ser ingresado de urgencias en un centro hospitalario público.

En aquel ínterim, el hermano, con la hormona excitada de la segunda juventud, sufrió un accidente de coche cuando se encontraba con otros conocidos rumanos que, casualmente, tampoco disponían de papeles excluyendo al propietario y conductor del coche.

Fue ingresado, y resultaba cruel desalojar a los padres mientras el hijo sanaba en el hospital público. Eso sí : los padres parece ser que eran organizaditos y consecuentes, pues se encargaban escrupulosamente de semanalmente hacer la compra en "Día", financiados mayoritariamente por los dignos fondos que T. gana como empleada de una entidad bancaria.

***

Y pasaron más y más meses.
Hasta el día en el que C. me comunicó el updated stand of circunstances.
Los padres regresaron a la patria de Ceaucescu: entre otras razones, porque seis meses de convivencia conjunta dieron cancha observacional necesaria como para conocer a una eventual nuera.

El hermano voló una vez sanó.
Pero no transoceánicamente.
Voló, tras fructificar los intentos de conseguir un status similar, con una "no-agraciada" muchacha que conoció en la discoteca de las Carpas de una determinada localidad.

T. podría albergar la Segunda Derivada de la felicidad, tras menstruar tanta tanta tanta tanta paciencia.
Pero, pero, pero : su chico rumano fue sorprendido con extraños roces hormonales -oh, sorpresa- con joven rumana de la talla 36 afincada en otra zona de la metrópoli. Y, siguiendo la teoría de C., la caducidad de los 18 meses de polvos del Este comenzó a plasmarse como irreversible. Casi como la película : incluyendo hostias de por medio y con un "preocúpate tú por la pastilla que para eso eres la que se abre de piernas".

Obvio emitir el desenlace.

***

En breves fechas quizá relate un caso similar con nacionalidad argentina.
Sólo habrá una diferencia : en este caso, no será T. la que vista de modernillo a su chico con ropa de Pull&Bear y de Zara. Será la chica argentina la que denote un especial gusto para ser vestida en boutiques estilizadas, previo pago de una felación al estilo ruso -"como nunca me lo habían hecho..."- con un cubito de hielo en la boca.

***

11 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Plas-plas-plas.
Lo hemos leido los dos aqui juntos y nos ha gustado muchisimo, tamben porque hemos conocido de cerca una cosa parecida.

11:14 p. m.  
Blogger Elisabeta said...

Vaya, increible pero cierto...qué mal que se abuse asi de otras personas :((

4:11 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Fruta del tiempo.. qué dolor el amor traicionado.. qué dolor..

12:43 p. m.  
Blogger la mosquita said...

jou que historia tan tremenda. y que siempre gane la talla 36.jum

me apunto al aplauso de anonymous plis, plis, plis ( ten en cuenta que aplaudo con las patitas ji)
un beso dulce de mosquita. :)

7:46 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

acercate por Parla o por Fuenlabrada y veras cuantas tias con mucho cuerpo pero poca cabeza han sucumvido a lo de los argentinos, los cubanos o los polacos. Debe ser que ellos son aparte de guapos listos y ellas mas tontas que un pellizco

1:50 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ah, las argentinas...!

12:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

1º Me alegro de reencontrarte Art.
2º Esas dos historias son muy tristes, abusar de la confianza de las personas, de los buenos corazones, incluso de lo vulnerabilidad de la que todos en un momento u otro podemos padecer, me parece muy cruel. De todas formas por mucho que te expliquen algo así supongo que siempre se piensa aquello de que, a mí no me pasará. Lamentablemente no sirven los consejos solo la propia experiencia.

Un besito Art !!

6:23 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Tio ( o tia, no se me ofenda ) : te lo voy a decir clarito.


Escribes de putisima, putisima madre, y me he permitio el copiarte el articulo y enviarselo a un par de colegas


GENIAL


Oscar

1:34 a. m.  
Blogger Poledra said...

Carai...

Cómo anda el mundo!

Un saludo.

8:51 p. m.  
Blogger maricoché said...

Saluditos y si se me permite....y siguiendo a Mir...para permitir todo por amor o para conseguir lo que sea...lo de menos es la nacionalidad...la procedencia...

Hoy estoy protestona, ;)

Bezitos

7:56 p. m.  
Blogger __nia said...

Solamente una vez me he enamorado.
gracias a eso he podido sentir un nuevo tipo de miedo, el de quedarme ciega embriagada por colores chillones.
doy gracias pero me asusto igualmente.
hasta qué punto es "dejar pasar x"?
debo de ser una de esas personas que se apoyan en religiones y guías de todo tipo.
vaya...
¡qué ilusión!

pd. me alegra volver a verte

9:17 p. m.  

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