Adversativa

En la ciudad en la que resido, se percibe y se permeabiliza el gradual aroma de primavera. Incluso en las noches, en las que las burbujas de las hormonas explotan -flop!...- atentas y solícitas a una pituitaria no dañada.
Y con cromatismo : a tenor de esa efervescente trendy-tendencia de los tejanos de cadera baja y adornados con cinturones elásticos de color efervescente.
Las nuevas generaciones femeninas retan a aquellas que recuerdan las canas de 1982 de un candidato presidencial. Y se saben ganadoras del combate de la turgencia y de la tersura. Y se reconocen superiores a la hora de moverse sinuosamente con el "Playgirl" de Ladytron. Porque las auditoras, las azafatas, las consultoras, las cajeras de supermercado, las enfermeras, las estilistas de imagen , las administrativas, las freestylers, las abogadas, las diseñadoras, las paradas que nacieron más allá de un señalado 20-N parecen claudicar ante el renovado ímpetu, brío y hormonal dominio de los espacios y de los anti-espacios que brinda la noche de la metrópoli.

Hay una disonancia.

Un café cualitativo de interpretaciones, una sintonía de líneas en este preciso instante con vosotras, sólo con vosotras, tú, la que estás ahí, contigo, tú misma, con la auditora, la azafata, la consultora, la cajera de supermercado, la enfermera, la estilista de imagen , la administrativa, la freestyler, la abogada, la diseñadora y la parada que sabes que Tino de Parchís se comió una ficha. Y contó 9 meses, en vez de 20.

Aunque no sepas quién es David Ghetta, porque sólo recuerdas a David Bowie. Aunque lleves cinturones y botas de color Camel. Aunque hayas transitado desde la 40 a la 42. Aunque percibas que trimestre a trimestre la decreciente turgencia rubrica ya un sendero de vida y una efímera Edad de Oro. A pesar de que ya no entres por los ojos ni aceptes ya todo lo que te entra.

A pesar de que seas anónima.
A pesar de que no nos conozcamos.